La Antigua Estación del Ferrocarril fue la segunda parada de trenes que tuvo Querétaro y que comunicaba desde la Ciudad de México a Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Recientemente las instalaciones de la Antigua Estación fueron destinadas para promover la cultura, aprovechando todos y cada uno de sus espacios. Las salas de espera, la taquilla, la chimenea y el restaurante, ahora son salones para clases de guitarra, baile, pintura y otras disciplinas artísticas.
En la planta alta se cuenta con la sala de despachadores, que es el espacio más amplio y actualmente ahí se ubica una maqueta de trenes y estaciones antiguas a escala, que construyó la asociación Amigos del Ferrocarril.
Caminar por sus pisos y oírlos crujir a cada paso es una experiencia inigualable; recorrer los andenes y sentarse en sus antiguas y largas bancas a esperar, es el pretexto perfecto para admirar el entorno y contemplar un edificio que tiene vida propia.
El recinto histórico con más de cien años de antigüedad ha sido uno de los más importantes en cuanto a la infraestructura ferroviaria mexicana, cuando en el siglo XX sería el medio de transporte, símbolo indiscutible de la modernidad en el país.
La edificación de esta importante estación fue inaugurada en el año de 1903 por el General Porfirio Díaz, sin embargo, la obra aún no estaba concluida en su totalidad, por lo que fue hasta un año después, en 1904, cuando el gobernador en turno Francisco González de Cosío puso manos a la obra, logrando que a través de la vía ancha del Ferrocarril Nacional el progreso llegara a Querétaro sobre sus rieles.
La fecha inaugural está visible, pues quedó grabada sobre cantera en un andén, siendo este material utilizado en la construcción propio de la región.
De acuerdo con la historia el 17 de marzo del 1986 el edificio fue declarado Monumento Histórico, esto por decreto presidencial y en el año de 1977 dejó de fungir como estación de pasajeros. Anterior a esto se prestó el servicio para transporte de viajeros de primera, segunda y tercera clase, además del servicio de carga.
Héctor Aguirre Sánchez, actual encargado de las instalaciones, explicó que los últimos trenes de pasajeros que arribaron a la estación fueron hasta el año de 1997, y el servicio dejó de existir no sólo en Querétaro, sino en toda la República Mexicana.
Agregó que más tarde y luego de dos años de abandono, el municipio inició el rescate de las instalaciones, en la administración del alcalde de ese entonces, Rolando García. Desde entonces “llevan 15 años restaurándola, ha existido mucho trabajo”.
Desde entonces, en las instalaciones de la Antigua Estación del Ferrocarril, ubicadas en Héroes de Nacozari, en el centro de Querétaro, se promueve la cultura en todos y en cada uno de sus espacios, realizando actividades culturales diversas.
Joaquín Roura Arburúa, Director de la Antigua Estación del Ferrocarril detalló que la estación del ferrocarril es un lugar histórico que es visitado por queretanos y vacacionistas, además de dar a conocer que en las instalaciones existen salas de exhibición con la historia del ferrocarril, sala audiovisual, donde se proyecta la historia de la estación y del ferrocarril, conferencias, presentaciones de libros, conciertos y obras de teatro.
La antigua estación del ferrocarril está abierta al público de miércoles a domingo, de 12:00 a 20:00 horas y domingos de 11 de la mañana a 6 de la tarde. Las clases que se imparten son: danzón, salsa y ritmos tropicales, ajedrez para niños y adultos, karaoke, que tienen un costo mínimo de veinte pesos, además del baile que se organiza en el andén.
El flujo de visitantes aumenta en periodo vacacional hasta en un 70 por ciento, “a los turistas les llama la atención la estructura del edificio, les impacta y esto lo complementamos con las salas de exhibición, historia, fotografía”.
Para el turismo y visitantes, existe una programación de actividades en las páginas oficiales de facebook ‘Antigua Estación del Ferrocarril’ y la página oficial del Instituto de la Cultura donde se ofrecen visitas guiadas que deben programarse con anticipación.
Fotos por Luis García.
